lunes, 1 de febrero de 2010

La superstición.

La superstición. Una superstición es etimológicamente la supervivencia de una creencia muerta, desbaratada, injustificable, pero que sigue influyendo en un sujeto que con frecuencia trata de justificar, si no la creencia, al menos su aceptación. La superstición no suele tener el aspecto discriminador, selectivo del prejuicio, pero coincide con él en ser una derteza injustificada, invulnerable a las evidencias en contra. En muchos hoteles no existe la planta 13. No es que a sus propietarios crean en el mal fario de ese número, simplemente piensan que es prudente eliminarlo por si los clientes lo creen. Pero algunos clientes que no creen en esa superstición pueden pensar que acaso deberían hacerlo a la vista de la aceptación de la creencia por el gremio hostelero, y en la próxima ocasión negarse a estar en el piso 13, lo que animaría a los hoteleros escépticos a eliminar el número fatídico. La credubilidad crece como una rodante bola de nieve. Leo una estadística francesa. En Francia hay diez mil astrólogos, más de cuarenta revistas de astrología, y el 10 por ciento de los franceses confiesa haber acudido a alguna de las pintorescas consultas que desvelan el porvenir. Un dato más: el 47 por ciento de las mujeres confían más en su horóscopo que en su pareja.
Los políticos tienen al parecer un marcado interés por la astrología. Geroges Minois, autor de una
Historie de l´avenir (Fayard, París, 2000), dice que desde Nixon a Hassan II, de Vicente Auriol a Antonie Pinay, muchos políticos se han interesado en las cartas astrales. William Mackenzie King, que fue tres veces primer ministro canadiense, se dedicó intensamente al espiritismo y consultó a los médiums más famosos de Europa. Durante un viaje a Europa se entrevistó con Hitler y le hizo unas advertencias muy sensatas, pero también cambiaron impresiones sobre el mundolde los espíritus, y King llegó a la conclusión de que Hitler era un devoto de su madre y que ésta le guiaba desde ultratumba. Nancy Reagan introdujo a los astrólogos en la Casa Blanca. Mitterrand consultaba a Elizabeth Teissier sobre la guerra del Golfo y el referendum de Maastricht. El astrólogo Maurice Vasset asesoró, al parecer, a De Gaulle. Algunas consultorias utilizan los horóscopos para seleccionar personal. La policía de Nueva York suele consultar a una vidente, aunque confiesa que no saben el número de casos que ha solucionado. En 1993, la Inspección de Trabajo francesa dictaminó que no se podía excluir a una persona del trabajo por se capricornio. Menos mal.