Como un kamikaze impaciente y sin desafiar la barrera del sonido, alunicé con mi nave en Graná. Dicen que la Granada posee cualidades anticancerígenas, para mi es el minúsculo epicentro del mundo.
Montado a lomos de mi caballo “azogue” galopé por Granada que está llena de curvas, de callejuelas empinadas, de miradores a las estrellas…. Y en su río un olor a huerta.
Bajando de la Alhambra me cruce con pájaros volando libres, sin importarles que nadie entendiera el batir de sus alas. Leyendo libros, oyendo música, subiendo y bajando cuestas blancas que conducen al mismo sitio. Yo que soy más de cañas y barro amanecí en una mole de hormigón donde Ruvén retrataba las raizes de su tierra: la nuestra. El sur del hemisferio norte. El ying y el yang donde fotoencontrarse.
La mora 1380 metros de calma, rozando el cielo despejado. Gracias por aportarme tan buenas experiencias.
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