domingo, 17 de enero de 2010

Inhibidores de la creatividad

Como decíamos en un árticulo anterior, la creatividad se ha instalado como un mantra más en las organizaciones, una aspiración y una demanda constante hacia sus componentes. ¡Necesitamos ideas, nuevos planteamientos, otros caminos! Nada se improvisa, y en el camino surgen factores que impiden su crecimiento. Vamos a pararnos en algunos de ellos.
- Mi percepción de la realidad. Cada uno de nosotros vive en mundos interpretativos distintos. Los hechos (acontecimientos del mundo exterior) o mejor dicho, la forma en que percibimos los hechos, interactúan con la evaluación que hacemos en pensamientos, emociones y conductas (acontecimientos del mundo interior).
Dice el Talmud, que vemos el mundo como somos, no como es. Aquí se encuentra el primer obstáculo, nuestras creencias que nos acompañan desde pequeños son inconscientes e influyen en nuestra percepción de la realidad, empañando nuestro cristal e impidiéndonos ver con claridad.
Cuando nos proponen ser creativos, cuando nos retan a pensar e inventar, nos asalta la forma de ver el mundo, y nos limita y empequeñece la visión. Se necesita un ejercicio de consciencia, de caer en la cuenta que debemos desprendernos de aquellas creencias irracionales que nos impiden acercarnos a la realidad con otra visión.
Afecta también a la consideración que tengamos sobre nosotros y nuestras capacidades (lo que decíamos sobre los mitos de la creatividad). Si pensamos que yo no puedo ser creativo, no lo seré.
-Miedo a equivocarme. El temor siempre está con nosotros, la clave es evitar que nos bloquee, superarlo. Dice Pedro Jara en su libro "Adicción al pensamiento, que el miedo es una emoción" y la cobardía un comportamiento. Nuestro entorno nos empuja a tener éxito, a triunfar, y la equivocación está mal vista. Los perdedores no tienen sitio, y el fracaso se estigmatiza. Esto hace que los directivos no se arriesguen, y las organizaciones penalicen los errores, cuando la vida es puro ensayo y error. Todos conocemos la crítica que algún memo hizo a Tomas Edison, reprochándole que se había equivocado más de mil veces en sus intentos de conseguir la bombilla eléctrica, y respondió que no, que había descubierto mil maneras distintas para no fabricar una bombilla. Necesitamos la seguridad y la autoestima necesarias para asumir nuestras decisiones, para arriesgarnos y no importarnos las críticas y el miedo al ridículo. Ustedes se ríen de mí porque soy diferente, pero yo me río de ustedes porque son iguales.
-Organizaciones rígidas y autoritarias. Entornos burocráticos, con exceso de procedimiento, verticalizados y procedimentados. En ellos, la creatividad se percibe como librepensadora, ácrata y agresiva con lo establecido, pretendiendo que se convierta en una obligación para cada miembro, o en un departamento de donde solo los que a él pertenecen, pueden opinar. Es absurdo. La creación no puede ser encauzada ni vinculada con la posición jerárquica, debe ser una cultura, una forma de ser y de pensar vinculada con la existencia presente y futura de la empresa.
-Los plazos y la urgencia. No puedes convocar a tu equipo el lunes a las 9 de la mañana para que aporte ideas sobre un nuevo proyecto, convocados por un jefe autoritario, que exige aportaciones y con un mínimo por persona, ligándolo, además, a la valoración del desempeño y a los incentivos anuales. Una empresa inmersa en una crisis, o en una caída de ventas o productividad, no puede pretender que sus miembros se movilicen para abrir, bajo la presión del tiempo, nuevas oportunidades. Esto no se improvisa; requiere nutrientes, atmósfera adecuada y libertad para exponer, para decir disparates -sí, locuras, irracionalidades-, que provoquen cambios de paradigmas, que rompan con el siempre se hizo así. Sin esperar resultados inmediatos, mirando al largo plazo e involucrando al mayor número de personas.
Y no olvidemos, otra cosa, las instalaciones de la empresa, donde transcurre la mayor parte del tiempo para muchas personas, no resulta el mejor escenario. La imaginación, las percepciones y las mejores reflexiones, siempre aparecen cuando ejercitamos nuestro lado derecho del cerebro: jugando, cantando, corriendo, danzando, en la ducha, meditando o antes de dormir. Si queremos compartir y generar ideas en grupo, hay que salir del entorno habitual, en lugares atractivos y desenfadados y si contamos con ayuda externa, mejor.

Antonio Ángel Pérez Ballester
Profesor de ENAE Business School

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