Los adolescentes -y también los adultos que no se han resignado a la facticidad- suelen distinguir entre su yo real y su yo ideal. Esta división puede causar problemas si existe una excesiva diferencia entre ambos, o si el yo ideal está falseado. ¿Qué le sucede a una chica anoréxica? Que su aspecto ideal está equivocado y le va a introducir en una dinámica destructiva. El adolescente imagina aquello en que le gustaría convertirse y aquello en lo que teme convertirse. Es una opción arriesgada, en la que pueden ser constructivos o destructivos. El acercamiento de muchos adolescentes a conductas de riesgo, las drogas por ejemplo o el sexo precoz, depende de los modelos impuestos -o al menos propuestos- por la sociedad. Una vez más nos tropezamos con la inevitable interrelación de elementos de la personalidad.
Lo cierto es que el adolescente se encuentra con su personalidad aprendida -el resultado de su matriz personal y de los hábitos- y tiene que decidir lo que hace con ella. El psicólogo canadiense James Marcia cree que los cambios durante la adolescencia se entienden mejor si se dividen en tres fases: deconstrucción, reconstrucción y consolidación. Es decir, inicialmente el adolescente se enfrenta a sus propias contradicciones, intenta resolverlas, y al final desarrolla una teoría del yo más integrada, su identidad. No es de extrañar que durante este periodo muchos padres se sientan confusos y vapuleados.
La sociedad occidental actual ha dificultado y vuelto más urgente la búsqueda de la identidad, porque propugna una individualización feroz. No hay roles sociales, no hay identidades definidas, no hay modelos morales, hay un contradictorio politeísmo de valores y cada cual tiene que elegirse de arriba abajo. El tipo occidental de sociedad individualizada nos habla de la necesidad de
Nunca se ha exigido tanto al individuo como ahora. Al poseer más libertad, al estar obligado a inventar su vida sin manual de instrucciones, tendrá que estar decidiendo continuamente. Por eso resulta tan urgente que nuestros niños aprendan a vivir esa autonomía, llena de posibilidades y riesgos.
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